Orgullo y Prejuicio | Reseña de Libro

rosa, mujer con vestido violeta, orgullo y prejuicio
Esta fue la versión que yo leí.

Orgullo y prejuicio posee el mejor sarcasmo que yo haya leído. Me ha parecido una novela ingeniosamente escrita.

El sarcasmo en la novela es tan elevado que, si no pones atención, se confundes por inconsistencia. Es una novela de 200 años de antigüedad, pero los personajes que se encuentran en ella se sienten a personas reales, y, por lo tanto, atemporales. Las costumbres cambian, pero no los sentimientos. Y hace 200 años había bromas también, claro que sí. El temor de cuando el que te gusta va a hablar con tu padre debe ser primigenio.

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Al principio me pareció que la trama era quizá demasiado simple. Pero es que de eso va. Esa es la gracia. Sí. Se pueden escribir 130,000 palabras de personas con haciendas visitando a sus vecinos y familiares con haciendas —a unas millas de distancia—, de hacernos amigos de los vecinos ricos y pasar la tarde con ellos, o unos meses; y ser una gran novela. Porque estos simples sucesos podrán definir en un 90% la trama en Orgullo y Prejuicio de manera general y externa. Pero es en lo interno donde está lo interesante. 

La trama es la siguiente:

La familia Bennet tiene puras hijas. Hay un temor en la madre, pues si su esposo muere y ninguna de sus hijas está casada, perderán la hacienda. Las mujeres no pueden heredar propiedades. Así que, cuando se mudan unos vecinos nuevos, los rumores corren y se enteran de que Mr Bingley tiene dinero, y por supuesto que las hijas de la señora Bennet deben ir a conocerlo.

El personaje principal de la novela es Lizzy Bennet, la segunda hija. No es tan bella como su hermana mayor Jane, pero es aguda en sus observaciones y testaruda cuando una idea se ha asentado en su mente. Y su conflicto viene dado por el personaje de Darcy, mejor amigo de Mr. Bingley. Darcy es el doble de rico que Bingley, pero tiene pésimo carácter y se le considera orgulloso. Muchas mujeres, y sobre todo las Bennet, lo tienen por el peor hombre sobre la tierra jaja. Muy a pesar de su cuantiosa fortuna. Sucede que Darcy se interesa por Lizzy, pero Lizzy no podría estar menos interesada. 

Detalles de la novela.

La lenta construcción del romance es efectiva. Como con Mulder y Scully, se va llenando de detalles y giros que lo hacen inevitable.

Jane Austen logra manipularnos bien para que nos agrade o desagrade un personaje. El primo Collins, por ejemplo, no golpea a un perrito o miente, pero su personalidad, el cómo dice las cosas y lo incómodo que es para Lizzy soportar su presencia sellan el trato.

Fue quizá en el primer tercio del libro donde noté que la autora no usaba la palabra “pensó”. Nada de “Lizzy pesó”, por ejemplo, que yo pudiera recordar. Así que puse especial atención a este detalle. Eventualmente sí encontré lugares donde Austen colocaba “pensó”, pero lo disfrazaba. No era siempre, pero la autora colocaba la frase y era hasta el final que escribía “, pensó”. Y me parece una buena salida. Usa poco “pensó” y derivados, y cuando lo usa es de una forma poco intrusiva. 

Los personajes revelan su personalidad la primera vez que los vemos, pero lo importante es que la siguen demostrando en diferentes oportunidades, alimentando lo que ya sabemos. Mi personaje favorito es el señor Bennet, el padre de Lizzy. Es sarcástico, pero aunado a su filosofía y a la ironía que es capaz de externalizar, sabemos que rara vez se toma las cosas en serio y la vida para él es fácil. Jamás está consternado por cosas que escandalizan a su esposa. En esta novela no hay arquetipos y lo agradezco. Los personajes tienen personalidades bien definidas, pero eso no los vuelve caricaturas. El abanico de emociones está bien desplegado en cada situación pertinente.

Me gustó ver cómo ciertos detalles de la época (o acaso es una crítica a la sociedad de Austen que no comprendo por no conocer las costumbres) que para mí son simples, para los personajes eran sumamente groseros. Como bailar solo con una chica en lugar de sacar a diez. O no hacer conversación a las personas en la mesa. Eso bastaba para ser considerado infame, ja.

El drama y las confrontaciones siempre parecieron importantes y elegantemente presentadas. Comprendí el peso de todo lo que al principio consideré superfluo o poco trascendente. Más aún cuando vi que había peligro mortal para un personaje en ese 10 % de la trama cuando las fiestas y las visitas quedaron de lado. 

Puntos Negativos.

La novela sólo perdió mi atención en 2 capítulos de los 61 que tiene.

Quizá algunas relaciones interpersonales debieron desarrollarse más. La amistad de Lizzy con su mejor amiga, por ejemplo. Me pareció superficial, pues apenas y hablan entre ellas y cuando lo hacen es sobre muchachos.

También pienso que los temas de conversación —será la época o la escritora— parecían algo limitados. Aunque me encantó el diálogo que sostuvieron en casa de Bingley cuando Jane estaba enferma. Sobre las “mujeres realmente instruidas”, y que, por sus parámetros, resultaba que Darcy no debía conocer ninguna, como hizo notar Lizzy. Una gran quemada a todas las mujeres en la habitación, sobre todo a Miss Bingley, que se creía mucho.

*** 

Es tanto la buena prosa, los personajes bien construidos y el humor lo que me han hecho darle Dos Pulgares Arriba. La descripción de las reacciones de los personajes a la información nueva me hacía retorcerme de emoción. Cuando Miss Bingley actuaba como una verdadera perra cizañosa, gritaba en la sala de mi casa OOOOOOOOH. En las últimas páginas, la señora Bennet mi hizo decir “no mames” con mucha alegría. Es un libro que recomiendo ampliamente.

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