Mundo Casual
He estado vacilando mucho tiempo. En vacaciones, luego de días de desvelos innecesarios, despertar temprano es un problema. Actualmente vivo con el horario al revés. Es la 1 de la tarde y no he dormido nada desde antier.
Los sábados viene la señora que nos ayuda a limpia la casa. Hace un estupendo trabajo, es una mujer eficiente, habla poco y es honrada.
Es perfecta.
Pero hoy me ha fregado.
El viernes no podía dormir. Dieron las tres de la madrugada y supe que no dormiría. Empecé a leer un libro que tengo mucho tiempo de haber pausado. Es un libro de ¿Auto ayuda? ¡ja! es más complejo que eso. El libro promulga muchas cosas imposibles de probar en el acto, pero fue escrito por un hombre próspero y serio, alguien que no perdería su tiempo en escribir algo así si no fuese para ayudar.
La biografía de Haanel es lo primero que ves al abrir el libro. La biografía termina citando que practicó los principios financieros que predicó, que poseyó varias compañías importantes: Continental Commercial Company, Sacramento Valley Improvement y Mexico Gold and Silver Mining Company.
Que recibió varios Doctorados académicos honorarios, etc.
Charles Haanel. |
Los capítulos que leí el viernes (y los anteriores también) se sienten escritos por un hombre culto. Llegué al capítulo séis un poco más aliviado a como había empezado (sí, un libro de auto-ayuda me ayudó a sentimre mejor, sí). En el capítulo cinco empecé a crear en mi mente una casa hermosa que representaba la estancia del Yo. Esa parte me gustó. ¿Qué es una persona? Charles Haanel dice que el cuerpo no puede ser la persona. Charles dice que tú no eres tu cuerpo: La mente controla al cuerpo.
Entonces plantea ¿Quién controla a la mente? La mente necesita dominarse.
“Yo” controlo a la mente, y la mente controla al cuerpo.
Queda así:
Yo > Mente > Cuerpo
“Yo” hace uso del cuerpo y mente como una herramienta más para cumplir sus propósitos, eso dice.
Terminaré diciendo que me sentí muy positivo después de haber terminado el capítulo séis.
Estaba motivado.
Ya había creado mi casa mental, un lugar en donde habitaba el Yo, alguien o algo de esencia espiritual que está conectado con la fuente. Haanel escribió:
En un discurso ante los antiguos alumnos del Bangor Thelogical Seminary, Lyman Abott afirmó: “Llegamos a pensar en Dios como que habita en el hombre en lugar de que opera sobre los hombres desde fuera”
*****
Entonces, era viernes y estaba despierto porque no había dormido en toda la noche. Ya eran las nueve de la mañana y tenía hambre. Sería fácil convencer a mi madre de ir a comer tacos cerca de la casa, sin mis hermanas, que seguro se levantarían después de medio día. Pero no. Me dijo que iría a casa de mis abuelos.
Cerca de la casa de mi abuela hay una tortillería cuyo maíz es excelente. Dejamos de comprar tortillas por mi casa porque hace años nos vendieron unas rancias. Ahora las compramos en Arteli. Pero las que hacen por casa de mis mis abuelos son magistrales, y el queso. Oh amigos, ese queso. Es un queso tan perfecto, tan bien cuajado. Todo en casa de mi abuela en cuanto a comida es distinto y mejor. No sé por qué, pero así es. Incluso las Coca-Colas eran mejor. Como si tuvieran más gas o algo, porque te causaban una extraña picazón en la lengua, muy agradable. Como si fueran Coca-Colas fuertes.
Así que fuimos.
Después de comer vi televisión. Pasaban My name is Earl, doblada al español por TBS very funny. Se acabó un episodio y empezó otro. A 2/3 del segundo capítulo ya nos teníamos que ir. Habían estado platicando sobre llevar a mi abuela con el doctor, a pagar no se qué anual sobre las casas, a pagar algo de mi hermana hasta el centro. Pagar pagar pagar.
My name is Earl me pareció genial y ya no supe en qué acabó el episodio. No sabré si a la ex esposa de Earl le amputaban el dedo gordo o no.
En la página decían que “pronto” sería lanzado en español. Pronto fue una palabra mal usada.
No me entusiasmaba el ir a pagar a tantos lados.
Empezaba a sentirme cansado. Ligeramente fastidiado «Recuerda tu casa mental», me decía. Intenté imaginarme en mi casa mental. Estoy en el primer piso y en la sala está el mueble más cómodo del universo. Cuando me siento ahí, relajado —pues nada malo puede pasar mientras esté en esa perfecta casa de paz—, empiezo a recordar el sentimiento de amor perfecto que una vez soñé. Siento cómo mi cuello y mi cabeza vibran. Eso intento. Reviviendo aquél momento lleno de éxtasis.
Me sentí mejor y continuamos de aquí para allá realizando todo lo que se debía hacer. Incluso fuimos a comprar comida china a mi lugar favorito, para llevar, pero bueno. Mi hermana más pequeña habló molesta, hambrienta. Ya eran casi las dos de la tarde y aún teníamos que ir a una tienda más a hacer el último pago. Me dijo que en casa no había nada que comer y nos llamó idiotas. Compramos la comida china sólo para dejarla esperando en el auto.
Mi abuela haría un pago.
Mi mamá haría un pago.
Quedamos de vernos en la sección de libros. He estado buscando un libro por séis meses. Rhonda Byrne es muy popular en mi cabeza. He leído todos sus libros (no, en serio, hasta entonces dos) y hasta vi su película. Pero su tercer libro me llamaba la atención de una forma especial. Siempre creí que si lanzaba un tercer libro sería verde. El primero, si quitabas la cubierta de polvo, era rojo. El segundo, si quitabas la cubierta, era azul. Esperaba que el tercero fuera verde.
Es especial porque el libro es práctico. Si en los anteriores te enseñaba cosas, en este te dice qué hacer exactamente, día por día (de un mes de febrero, porque te explica 28 días).
El libro salió en Junio de 2012. Creí que sería un buen regalo de cumpleaños para mí, pero no se trataba de un lanzamiento mundial. En esa fecha sólo los norteamericanos lo recibieron. En la página decían que “pronto” sería lanzado en español y otros idiomas.
Pronto fue una palabra mal usada, ¡ya estamos en enero!
Es emocionante cuando algo que buscas desde hace tiempo se presenta ante tus ojos.
Siempre que iba a una tienda, iba a la sección de libros en busca de aquel cuya portada ya conocía en inglés, y como los anteriores libros no variaron nada —mas que en el título al traducirlo, obvio—, estaba bien encaminado.
Pero nunca lo encontraba. Pasaron meses y en algún momento dejé de buscarlo.
Estábamos en el estacionamiento de la tienda departamental. Mi ciudad es relativamente pequeña y esta debe ser la tienda más lucrativa que tenemos. Siempre está llena y por ser fin de semana, con las promociones de “Adiós a las mercancías”, todavía más, incluso a la hora de la comida. Vi la entrada de la tienda y le dije a mi mamá que conducía “Si está un libro que he buscado por mucho tiempo, vas a tener que comprármelo, ¿eh?”. Una broma. Algo me decía que hoy podría ser diferente. Casi nunca salgo a los mandados con mi mamá, ni si quiera la acompaño a casa de mis abuelos los sábados por la mañana (suelo estar dormido hasta tarde), pero hoy se habían alineado las cosas. Hoy era temprano y estaba despierto. Además rebosaba positividad.
Había ido a esta misma tienda, Liverpool, dos semanas atrás. Siempre visito la sección de libros. Lo primero que hago es ver el área de novedades. Era obvio que ese libro que tanto buscaba seguía sin estar en mi presencia: El libro azul anterior había sido presentado allí mismo. Yo lo había atestiguado.
Miré otros libros y encontré el de Claud Atlas, que me llamaba la atención porque leí de él en Internet. Los hermanos Wachowski la adaptaron al cine. Su estreno en Estados Unidos fue reciente y tiene que ver con historias interconectadas entre varias épocas.
Seguí viendo más libros y entonces mi abuela llegó. Mi mamá se estaba demorando demasiado. Se suponía que nos veríamos allí y estaba seguro que sería mi abuela la que se tardaría en llegar, no mi madre. Mi abuela había pagado rápido, y ella es de las que podría ver cada centímetro cuadrado de una tienda con mucho gusto. Temía que llegara mi madre sólo para decirle que mi abuela se había despegado de mí hace tiempo. Ella empezó a ver los alrededores cercanos y yo seguí viendo más libros.
Casi se me caen los ojos cuando lo vi.
Sí.
Ahí estaba.
No podía ser.
Aprovecho para mostrar mi nuevo fondo verde pintado por mí. |
Es emocionante cuando algo que buscas desde hace tiempo se presenta ante tus ojos. Lo agarré enseguida y miré el estante de donde lo había tomado. Era el único. Siempre el libro que buscas es el último que queda. Ahí estaban los otros dos libros de la misma autora, rebosantes de copias, pero de este no. Mi madre seguía sin llegar y yo, cínico, pensaba que no debía dejar la sección de libros, pensaba que si dejaba el libro en su estante y me alejaba lo suficiente, alguien lo tomaría.
Llegó mi abuela, aburrida de mirar la cristalería cercana a la sección de libros. Le dije alegremente que el libro amarillo que tenía en mis manos era un libro que había estado buscado por largo tiempo. Mi abuela en un ataque de locura, mientras yo le hablaba del libro, se giró para que se lo cobraran en la caja registradora. Sin avisarme me había comprado el libro mientras un mudo Yo se quedaba perplejo, atónito, feliz aunque inseguro. No quería que mi abuela pagara por el libro. Pero bueno, el libro envuelto en una bolsa de plástico rosada oscilaba en mi mano. Ya era mío al fin y mi madre aún no llegaba.
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Era un día muy bonito hasta que llegué a casa. La señora que nos ayuda a limpiar, limpiaba. Mi hermana más grande requería que la llevaran a Pizza Hut para encontrarse con unos amigos. Mi hermana pequeña nos interrogó de todo mientras comía comida china en la cocina.
Entré al cuarto de televisión para ver algo mientras comía cuando encontré a Freddy Krueger mutilado. La señora de la limpieza se había vuelto destazadora anónima. El cuarto de televisión estaba limpio: había sido ella. «Tal vez tenga remedio», quise creer. Intenté colocar el brazo en su lugar, pero una observación más detallada me hizo ver que era imposible. No era algo que se arregla con pegamento. El brazo tenía un punto de articulación y podía moverse. Con pegamento sería estático para siempre.
Creo que ahora es más aterrador.