Cuando el personaje principal es un inútil | Reseña de La Canción de Aquiles

Por supuesto me emocionaba comprar Canción de Aquiles. En Goodreads tiene una calificación envidiable. Lo he visto ser alabado una y otra vez; y siempre he tenido la confianza de que el amor unánime de las masas rara vez se equivoca. Para mí es un gran precedente afirmar que no había leído una novela con una calificación tan alta que me hubiera fastidiado integralmente. Hasta ahora.

Que las masas amaran Crepúsculo (hoy en día) no es un indicativo para mí de que el libro fuera bueno o de que las personas fueran estúpidas. Sino que la fantasía que encierra, incluso mal escrita, puede hechizarte. Con eso me había quedado.


C anción de Aquiles y Crepúsculo comparten la misma sinopsis: ser sobrenatural se enamora de un don nadie sin talento ni gracia. Pero a diferencia de Crepúsculo, La Canción de Aquiles tiene una prosa de alto nivel. El 95% de las palabras son un trabajo bien pensado. La autora sabe escribir bellamente. Apenas hay incoherencias o lugares donde se pierda el ritmo. Los detalles quizá se puedan contar con los dedos de las manos y nos sobren algunos.

Pero nadie se escapa de los detalles. Les comparto tres que tenía en mi bloc de notas. Pienso que es importante mencionarlo. Rarezas como la siguiente acotación:


—"me dijo con un timbre de voz que recordaba al chirrido del casco de una nave sobre unos bajos puntiagudos”. ¿¿?? O sea, habló en un chirrido. Fin.

—La autora escribe: "Refulgente como las estrellas del firmamento". Que a mi parecer es una frase genérica.

—La novela está en primera persona. Patroclo nos narra lo que observa, y me pareció gracioso que señale que dentro de tal lugar estaba obscuro y que no se veía nada. ¡Ah! Pero sí que pudo describirnos los músculos de Aquiles al tensarse. Seguramente brillaban en la obscuridad…

Es incómodo que el excepcional trabajo se empuerque de pronto con oraciones tan malas. Como un pastel delicioso que esconde terrones de sal en el pan; toda una sorpresa desagradable.








Los libros donde los personajes enamorados, o al menos uno de ellos, se la pasa con miraditas, roces de pierna y suspiros me hacen girar los ojos. Qué diferente es la aproximación al amor en libros como Orgullo y Prejuicio, donde el proceso es casi una batalla intelectual. Aquí Patroclo deja claro su única motivación. Le gusta Aquiles porque es guapo y por cómo se le ven los músculos tensados. Entre ellos jamás hay intercambio de ideas interesantes. ¿La razón? Patroclo es un completo don nadie segundón cuyas respuestas a lo que diga u opine Aquiles suelen ser: “No”. “No sé”. Y “También yo”.

Las escenas que revelan enamoramiento son mediocres. Bien escritas, pero mediocres. Por ejemplo, me aburre cómo la autora compara a Aquiles como tallado por un escultor. ¿No es eso cliché? Ya nos quedó claro que Aquiles es un semi dios literal. Pero Patroclo ahonda una y otra vez en sus rasgos perfectos, diferentes a los de cualquiera.

A casi 1/4 del libro Patroclo y Aquiles tienen sexo. Pero la descripción, aunque “poética”, queda demasiado mojigata. Partes que se sienten forzadas a no decir las cosas como son, intentando sonar menos “sucias”. La escena es una descripción del proceso que no dice nada en realidad.


En todo el libro jamás comprendí por qué una persona tan fantástica, fuerte y hermosa como Aquiles podría enamorarse de un simplón patético sin chiste como Patroclo. Los personajes del libro no lo entienden tampoco. Patroclo no sobresale en nada, no es especialmente guapo, no sabe luchar ni tiene fuerza o vigor; no tiene nada a su favor. ¡Ah! Pero un ser sobrenatural maravilloso se enamora de él. Eso sí es fantasía que no me puedo tragar.




Patroclo es un personaje fatalista, exagerado, unidimensional. “Ay, Aquiles embarazó a alguien, me ofendo y me voy como una diva al enterarme”. Si yo no me enamoré de Patroclo por sus acciones o sus pensamientos o por lo que sea, no veo cómo alguien más lo haría. Al menos en Crepúsculo Edward tenía una razón muy poderosa para sentirse atraído por Bella: ella era la única persona a la que no le podía leer el pensamiento. Aquí en La Canción de Aquiles no tenemos ni la más triste de las razones. Cero.

Patroclo, en la primera mitad del libro, no tiene nada a su favor. Ningún talento ni mundo interior. Es un inútil sin personalidad.





El libro se vuelve bueno en la segunda mitad cuando por fin el patético Patroclo, en lugar de ser un bulto, se vuelve un, eh, médico. Al menos allí tiene la posibilidad de ayudar a otros, ¡de hacer algo! Y se aplacan las descripciones de cómo una mirada, un roce o una palabra de Aquiles le hacían sentir vértigo en la cola (¡mis ojos dejaron de girar!). Hay guerra y está bien narrada. Casi te hace olvidar el delirio bien escrito que fue la primera mitad.

La mejor escena del libro es cuando Briseida está en disputa y Aquiles se niega a ayudarla. La tensión es palpable. Es el oro de la novela.

Pero tan buena como pueda ser esta segunda mitad, no escapa de tener inconsistencias. Algunas de ellas son:


—CASUALMENTE Aquiles tiene un sueño donde ve a Héctor y lo mata. Nunca antes ha tenido sueños premonitorios. Te meten muy a la fuerza el desenlace.

—Cuando Patroclo se puso la armadura se volvió habilidoso para matar. No tiene ningún sentido. ¿Por qué al ponérsela se volvería un campeón?

—Briseida le dice a Aquiles, "Ni siquiera sé por qué (Patroclo) te amaba". ¿Perdón? Si hemos escuchado mil razones (caricias, miradas, músculos tensados). El misterio que no se resuelve es qué le vio Aquiles a Patroclo.






La novela está limitada narrativamente por la necesidad de seguir las huellas dejadas en la nieve por la Ilíada.

Quizá las masas se han dejado impresionar por la cuidada prosa y dijeron, ah. Está bien escrito, debe ser un buen libro. Pero se han olvidado de que la mitad de la historia ofrece un personaje principal irritante. Esta es la razón por la que considero que el libro no llega ni a mediocre.

Fueron muchas hojas desperdiciadas donde Patroclo no es más que un bulto. Imagine un fanfiction de Wattpad con prosa maravillosa… Patroclo es un don nadie sin chiste ni talentos. Es más fácil creer en centauros tutores que enseñan a los hijos de los dioses a que Patroclo pueda ser el centro de atención de una persona como Aquiles.

Sí, la segunda mitad del libro es tan buena que casi te hace olvidar la primera. Pero no puede justificarse. Un libro cuya primera mitad te tiene volteando los ojos constantemente y cuyo personaje principal no posee ninguna virtud y no hace nada interesante por casi 200 hojas tiene que ser un libro malo.

Pero bueno. Mucha gente ha decidido ignorar este detalle y afirman que el libro en general les ha gustado. Incluso dicen amarlo. Y al igual que con Crepúsculo, quizá con el tiempo comprenda la razón. Porque hoy no lo entiendo nada.



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