Las escenas más brutales que has leído en tu vida | Reseña de American Psycho
La primera novela que leí de Bret Easton Elis fue "Menos que Cero". Y aunque aprecié la escritura, carecía de emoción. El libro me pareció bueno sin que me “sacudiera”.
Pero American Psycho me arrojó al suelo. Aunque en la mayoría de los capítulos no se hace nada más que comer en restaurantes y hablar de cosas intrascendentes —narrado con una prosa magnífica—, el libro contiene algunas de las escenas más brutales que he leído en mi vida.
Patrick Bateman es un monstruo. Varias veces quise soltar el libro por la sensación visceral que me transmitían las descripciones. La desesperación de estar observando los horrores que se desplegaban ante mí. No creo que sea fácil encontrar otros libros igual de bien escritos que contengan las cosas que he presenciado... Le comentaba a un amigo, “Es muy gráfico. Te sientes mal. No quieres leer lo que sabes que se avecina”. Mientras que otros libros y películas de terror equivalen a ver mierda en una fotografía, leer las escenas duras de American Psycho es hundir la nariz en mierda caliente.
La novela no tiene trama. Intentar darle una fue la tragedia de su adaptación. La película dijo, ¡ah! Porque pasó esto en un capítulo diremos que lo que pasa en uno posterior es su consecuencia. Pero no es así. Tales eventos están separados en el tiempo, Dios sabe por cuánto. Lo que sí tiene son algunos puntos que se desarrollan y progresan a lo largo de la novela.
Observar lo terrenal que es Patrick es la fuente de la comedia. Dice muchas cosas jodidas desde el principio, pero en la página 150 aún no había matado a nadie. Como lector estaba perdido. No podía deducir hacia dónde se dirigía la historia. Permanecí atento… Entonces la policía dio seguimiento a una persona desaparecida y dije, ¡ya entendí! Estoy leyendo una novela policiaca bien disfrazada. Parecía que apenas, luego de casi 300 páginas, iba a desplazarse en esa dirección… Pero no fue así. La novela no se trata de resolver un asesinato.
Patrick Bateman debe ser la mejor representación del diablo que camina entre nosotros. Para él las personas son cosas. Así de absoluto es su materialismo. Y porque son cosas pueden ser consumidas y desechadas. Su mayor fastidio es encontrarse a alguien que se desempeñe mejor que él en los ámbitos que valora. El centro de su mundo y lo que le da estabilidad es saberse superior a la gente que lo rodea. Y sin embargo, por fugaces momentos emerge su lado escondido entre las sombras, aquel que no desea desmembrar ni violar inocentes. El lado que entiende que sacarles los ojos a los vagabundos está mal. Patrick, en el fondo (esto lo dice él tal cual), sólo quiere que lo quieran.
La cuidada escritura lo hace el libro más didáctico que he leído en mucho tiempo, pero si de algo he de quejarme es de la repetición de algunos eventos que quizá alargan la novela innecesariamente. ¿No sería más interesante ver a Patrick hacer cosas diferentes? Torturar un solo perro bastaba para demostrar un punto, si es que lo había. Pero bueno. Quizá pueda decirse lo mismo sobre los feminicidios. Lo que viene a demostrar que mi tolerancia es menor con los inocentes perros que con las personas.
Como todos los libros maravillosamente escritos, le aprendí una técnica para narrar mejor. Algo que ya he implementado. La verdad es que soy un creyente de la acotación “dijo”. Dijo Fulana, dijo Sutana. “Dijo” es una palabra invisible. Por ser simple y esencial pasa desapercibida.
Pero con este libro he aprendido que a veces tiene sentido decirlo de otra manera. La narración debe dejar clara la intención del diálogo. ¿Por qué Fulana ha dicho lo que dijo? ¡Porque se está justificando! Lo que ha dicho lo dice para justificarse. Entonces, a lo que dice Fulana pongo de acotación, “se justificó Fulana”.
¿Por qué Sutana ha dicho lo que dijo? Para sonar segura o porque está segura. Entonces pongo “aseguró Fulana”.
Empleado correctamente explica la intensión de lo que ha salido de la boca del personaje. (Y por supuesto sólo lo escribo cuando parece oportuno. “Dice” sigue siendo rey).
Voy a leer la novela de nuevo. No sé cuándo, no pronto. Pero no hay duda. Ha sido una de las lecturas que más me han enseñado, y la segunda vez que regrese a la pesadilla voy a intentar anotar por qué las cosas funcionan tan bien como lo hacen. Regresar a ella sería más fácil si no tuviera 500 páginas, bien escritas, pero sin trama. Yo pienso, y perdón a los fans y al autor, y a todos a los que desgarro con esta aseveración, pero yo creo que la novela tendría más fuerza si fuera más breve. Si se quitara todo lo "repetitivo", ¿funcionaría? En 150 páginas Patrick no ha matado a nadie. La trama son escenas interconectadas que avanzan en el tiempo, progresando discretamente como lo haría la vida real. Las mismas personas comiendo aquí o allá. En una cita. En el trabajo. ¿Es ese Donald Trump? Debe ser esto a lo que llaman novelas para adultos.
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