Pasos infalibles para abandonar las cosas que amas
Juan Carlos del futuro, aquí.
He estado corrigiendo mis entradas viejas en el blog. Esta, por ejemplo, la escribí el domingo 30 de septiembre de 2012. Fue una entrada que jamás publiqué.
Sí.
La guarde en borrador hasta hoy. La he releído y no es abominable, lo cual me hace pensar un poco en los artistas que creen que su trabajo es terrible: Lo que necesitan es mirarlo con nuevos ojos. Esperar casi tres años ha hecho eso por mí.
En este artículo tengo algunas faltas. Hoy ignoro menos ciertas cosas. Hoy sé que las personas nunca cambien, aunque quieran. De hecho, estoy convencido que las personas sólo cambiarán si sus vidas están en peligro. Y a veces ni así. Que se requiere de una fuerza imparable que te vuelva vulnerable y propenso al cambio para deshacerte de algo o para adoptarlo.
He visto un documental en Netflix sobre el excesivo consumo de azúcar en la dieta humana. Muchos datos me han inquietado y espero próximamente escribir al respecto.
Tengo tiempo de haber vuelto a las adicciones. Y me siento perfectamente. ¿Será porque luego de años de estar limpio, no me afectan como debieran? Fed up me ha hecho pensar al respecto.
//Lo siguiente es mi artículo que escribí en 2012 y que no publiqué.
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¿Cómo es que alguien se desprende del pan dulce y deja de comerlo para siempre? ¡Ni idea! Pero algo he advertido.
Para empezar, noté mi gran problema. Lo consumía demasiado. Nada hay de malo en consumir pan dulce, ¡Extraño las donas y las conchas!, pero como es seguro que su consumo trae más problemas que buenas noticias, se me hizo buena idea (y un gran reto) dejarlo para siempre. Aunque la razón real es simple: lo comía demasiado y simplemente quise ver si era capaz de abandonarlo.
Debo mencionar que aún consumo pan francés, pan en rodajas, galletas y dos pasteles: el pie de queso y el pastel imposible.
Pasos Infalibles para dejar las cosas que amas
1.- Sé consiente. Si crees tener un problema ¿No sería útil hacer algo?
2.- Fija una buena razón que te motive a dejarlo. Y entonces, pon tu atención en otras cosas que ames, a manera de reemplazo. Concéntrate en ellas.
Y... eso es todo. De verdad. Las personas cambian si de verdad quieren. Dejar el pan dulce fue tan fácil como dejar las sodas. ¿Por qué los dejé realmente?, ¿Fue por salud? No. Fue un reto y ya —Mi “buena razón” para continuar fue el recordarme cuánto tiempo llevaba libre. Un solo fin de semana sin azúcar me inspiró. Y ese fin de semana se convirtió en siete días, en un mes y luego en años—.
Alguna vez creí de mí, "vaya, qué vaga existencia tengo, abandonando las cosas que me hacen feliz sin propósito alguno". No sé qué he ganado exactamente con ello. No me siento más sano que antes.
Dejar el refresco fue también un acontecimiento sin propósito. He contado tantas veces mis razones a los curiosos que ya no estoy seguro de la verdad. He respondido que "fue por un reto", "hasta que salga un juego” —el juego salió y seguí sin probar una Coca-Cola—, “porque un tío que nunca tomaba refrescos falleció y a su memoria lo dejé".
De algo estoy seguro: no fue por salud. Dejar el refresco lo considero un logro. Un día de Septiembre de 2008 me decidí a dejarlo para siempre. Como no tengo idea de la fecha exacta (aunque me parece que fue entre el día 15 y el día 20) decidí trasladar su fecha aniversario oficial al primer día de Octubre.
Mañana serán, pues, 4 años completos de haber dejado de tomar Coca-Cola (Mi bebida de refrescos favorita). Ahora no lo siento pero recuerdo pensar en aquellos primero meses de abstinencia creerme más “ligero”. ¡Más ligero! Tal vez fuera sugestión, no lo se, pero veo mi situación actual y no sé qué pensar. Me siento perfectamente bien ahora y me sentía perfectamente bien antes. No podría hacer una comparación.
Algo notable es que no me he enfermado de absolutamente nada en dos años. Desde 2010 que no sufro las inclemencias de una gripe o una tos. Nada de fiebre o dolores de garganta. Pero no lo atribuyo al aparente progreso en mi estilo de vida. Para 2010 ya tendría 2 años de haber renunciado al refresco y aún así me enfermé en 2009.
¿Qué es lo más difícil de dejar lo que te gusta? Los momentos de debilidad, por supuesto. Los momentos de tentación. En mi casa, mi familia sigue consumiendo todo aquello que he voluntariamente dejado, y, a veces, es difícil no sentirse ligeramente oprimido por las posibilidades. Si me rindo a la debilidad, nadie lo notaría.
Puedo afirmar que después de un largo tiempo sin sodas, ya no siento ganas de tomarlas. La adicción se cortó. No las necesito. Igual con el pan. Yo era un esclavo de la compañía Marinela. Me comía un ganzito al día, ¡los amaba! Y ellos a mí. A veces incluso siento (poca) repulsión. No se me antojan.
Si comer productos Marinela fuera una enfermedad, yo estaría curado.
Recordar los aniversarios es importante. Te ayuda a recordar tu propósito.
Recordar los propósitos y agradecer los logros da sentido a los aniversarios. Yo dejé de comer pan dulce en algún punto de octubre de 2011, un día que no recuerdo. Por ello, al igual que con la fecha de las sodas, he corrido el día para no sentirme un mentiroso al primero de Noviembre.
Entonces, ahora, habiendo probado mi gran habilidad para dejar las cosas que amo, a veces me pregunto, ¿qué cosa que me hace tan feliz hoy he de dejar ahora? Espero apuntar la fecha exacta.