De Sueños se Vive
Soñar me ha hecho vivir experiencias muy extrañas. He sido un cazador, un asesino. He soñado en blanco y negro, con mi familia, con mis amigos. La he hecho de detective, he sido otras personas.
He sentido cosas muy extrañas.
Hace días lo que soñé no fue una pesadilla, sin embargo, el sueño culminó con el sentimiento más aterrador que jamás haya tenido. Vino de la nada, sin construcción. Un miedo genuino que me dejó paralizado dentro del sueño.
Soñar con el miedo absoluto ¡no tiene perdón! Jamás había experimentado algo así. Me ha dejado un recuerdo de por vida.
Ahora me ha tocado soñar algo muy distinto, algo que me es necesario compartir. Me lo debía yo mismo.
Ya me han ocurrido los dos extremos.
En la madrugada del 3 de Enero soñé demasiado. Soñé con una cuerda dorada muy valiosa. Era dorada y extremadamente ligera. Mi primo quería que se la prestara. Caminábamos por un puente de madera muy angosto sobre un río. Entonces dejé caer la cuerda por error hacia las aguas. Debajo del puente había dos mujeres. Ellas conversaban de pie. Llevaban pantalones pescadores, o sea, pantalones subidos de los tobillos para no mojarse. Desde el puente les grité si me podían devolver mi cuerda, la cual descendía lentamente, como si no hubiese gravedad. Me dijeron que aquella cosa dorada no era muy importante y que no lo harían.
No me entregarían la cuerda.
Bajé hasta donde ellas y una se apresuró a recogerla para huir. La perseguí de inmediato. Ella corría muy rápido pero yo también. Entramos a una calle donde cada casa era de un color diferente, ligeramente opacos: Colores poco saturados.
A treinta segundos de correr dando todo lo que teníamos, nos cansamos. Ella seguía por delante de mí a un par de metros. Jadeaba un poco. Pero sólo un poco. Por un segundo me pareció que se encontraba más tímida que exhausta. Caminé lento hacia ella, seguro de que ya no correría. La cuerda dejó de importarme y ambos avanzamos hacia la salida que también daba al río, como si la calle fuese una enorme U. Caminamos juntos sin decir una palabra.
Cerca del río, ella se acostó en el piso. Estábamos en un lugar deshabitado: En ningún lugar vi autos o más personas, sólo casas, casas de colores opacos.
Acostada me miró y fue como una invitación. Así que me acosté también.
Era una calidez y una seguridad aunado a un gran sentimiento de ser completo
Ella me abrazó por la espalda. Entonces.
Entonces comencé a sentirme diferente, a sentir un apabullante amor, una sensación única. Pensaba en átomos.
Mi cabeza vibraba, mi corazón vibraba. Eran mi cerebro, mi cuello, mis brazos y piernas. Me abrazaba en el piso, desde mi espalda, y no sólo sentí amor, Yo era amor, yo era el amor del mundo entero. Sentí que mi espíritu, por así decirlo, lo abarcaba todo. Dejé de percibir la silueta de mi cuerpo y entonces dejé de existir.
Y sin embargo sentía su pecho contra mi espalda, sus brazos que me rodeaban. Me sentía muy especial.
No sé como describir las vibraciones en mi cuello y dentro de mi cabeza. Eran como ondas, como un escalofrío muy agradable que me absorbía y solo así quise vivir por siempre. Era una calidez y una seguridad aunado a un gran sentimiento de ser completo que jamás, ni siquiera remotamente cerca, había sentido nunca.
Lo que siguió después carece de razón porque no lo entiendo. La amiga de la ladrona caminó hacia nosotros muy contenta. Mi primo también apareció en escena. Dijeron algo como: "Todo será diferente ahora". La ladrona dijo "Mi vida será diferente ahora".
No se de qué estaban hablando.
Publicación original: 9/01/13